Ha vuelto a asomarse el sol al patio de los vecinos, me da gusto y me parece que ya los veo sonreír. Un poco torpe al principio es su romántica danza. Se conocen desde siempre, siempre han sabido bailar. El sol que ahora los alcanza no es el que brillaba ayer, el de hoy tiene un brillo bello. Tú sabes, nunca es el mismo, que la vida siempre es nueva, aunque insistamos en verla como pensamos que fue.
Ha vuelto a alumbrar el sol el patio de mis amigos, con eso me basta ahora para ser el más feliz. Contemplo cómo se mueven en su romántica danza, respiran, sufren, palpitan, gozan, quieren, necesitan. Yo disfruto si un minuto a su tiempo les puedo extraer. Corren con tanta vehemencia, viven con tanta demencia. Yo los miro, los admiro, verlos vivir otro día hace renacer mi fe.
De poco sirvió asustarse temiendo que no amaneciera. La vida siguió su cauce, ahora los veo besarse en su romántica danza. Dicen, hacen, sueñan, buscan, se agitan y se perturban, mientras la buena fortuna les da un beso en la nariz.
Que el mundo se sienta bien hoy me preocupa muy poco, mi propia felicidad me tiene ahora sin cuidado. Seguramente estoy loco pero me basta con eso, ver que el sol los ilumine, para ser el más feliz.
Ha vuelto a alumbrar el sol el jardín de mi vecina. No sé a ella qué le parezca, yo no dejo de reír. Ha vuelto a brillar el sol en mi corazón oscuro. Son las tres de la mañana y en la calle brilla el sol. ¿Estaré mal? Mi fortuna hoy me tiene sin cuidado. y sospecho que ese simple hecho me da la felicidad. No espero que alguien me entienda; yo mismo no entiendo nada. Ha vuelto a alumbrar el sol el patio de mis amigos. Con eso me basta ahora para ser el más feliz.
una noche helada, soplole un viento fuerte, no dejó nada, arrancola de cuajo y ella tirada rodó, rodó y rodó.
Corrí y corrí tras ella desesperado, busqué y busqué tentando, no la he encontrado, tireme de rodillas muy angustiado pues no podía llorar. Traté de echar un grito y algún silbido, quise pedir auxilio mas no he podido. Aisleme de repente, vivo perdido. Me surge un alarido.
Es de polvo el aire, el suelo, la ciudad, sus habitantes, de polvo los pensamientos, los caminos, el viento, la tos, es de polvo el sol, son los instantes, que no he vivido bastantes cuando los he visto todos. Son de polvo los recuerdos, es mi voz y son los ojos de la gente que lanza palabras de polvo sin alzar la vista para hacerlo. Es de polvo la promesa. Es lejana la esperanza y es que está hecha de polvo. Polvo de cemento, yeso, de arenas de construcción, argamasa, pavimento, de polvo son mis sentidos, de polvo mi respiración. Más que sangre ahora es polvo lo que corre por mis venas. De mi cabeza a las piernas bombea polvo el corazón, se sale por mis orejas, sudo polvo, trato de hablar y hablo polvo. De polvo me bebo un vaso, me embriaga su cal salada, el lagrimal irritado rompe en silentes carcajadas. Recuerdo entre tanto polvo que eran claras las miradas. Veo entre sucias polvaredas memorias de mi ciudad. ¿De dónde cayó esta tierra? ¿Dónde la voy a poner? Aprenderé a descansar sobre sus bultos de arena y, flotando sobre el lago, mi cadáver despertará mañana, cuando este mundo nuestro de cada día vuelva a llover, porque ahora el aire, que es de polvo, ya no suena, porque el polvo de la tierra se ha adherido a mi manzana.