Me he quedado un rato sobre estas huellas
resolviendo el koan de unas cadenas
contemplando el polvo de su óxido
desvanecerse en un soplo de luz.
Las formas parecen iguales
pero mucho han cambiado.
He estado sentado
sobre el torrente de este karma
y me he quedado hasta ver
cómo sale la última gota.
Donde habitaba la guerra
ahora respira la paz.
Es posible
Viejo Árbol de Corazón Verde
que te encuentre
en tus montañas emplumadas
al cabo de una luna más
cuando calce los tenis
del retiro solitario.
© Oscar Franco
foto: Inés de Tavira