miércoles, marzo 20, 2013

Nombre de un perro



Dura pedrada en contra de mí mismo
volver a comenzar me descompone
la lluvia es un remiendo en mi paisaje
es mío morir de frío
contravengo
perdido
delirante
sin salida
ahogándome en mi propio laberinto
escuela de domingo
traidor empujón que me avienta al abismo
a plena luz del día soy ultraje
tu boca me detiene
salto al cielo
entiendo que no está bien lo que ahora hago
y voy de nuevo
siempre voy de nuevo
no me sueltes
no me dejes ganar
si vivo pierdo
lacero mis pasos en retrospectiva
no lo sé
no atino a comprender qué estoy soñando
tampoco tú
lo sabe casi nadie
si es que alguien
te escucho
léeme
agridulce merengue de la frustración
eres el callejón que no he tomado
para llegar llorando al otro lado
donde está la verdad
dónde está la verdad
lo sabe nadie
si mal
si roto
si en el trance indiferente
suspiro
siento
suspiro tuyo que aún intento
beber a lentos sorbos de granate
quiero calma y aparecen
enormidades flamantes
no me sueltas
pan de nostalgia
de poco me consuela
duele, duele
beso de sidra
dardo que tragué confiado
lira
pira para el más pirado
sable
esto duele, entiendes
duele
puntiagudo acero venerado
que me escuece la cañada
bobo ensoberbecido
sabido debí decir
no subido
atado de pies y ganas
pellizco por la espalda
tiburón de metal
un diablo y numerosa comitiva
desatadas manzanas
flores en la escalera
de postre flan con sal
nieve
si ausente
si contigo
duele
ventana abierta bajo lluvia
bajo cero
bajo y no estás
te como y no te veo
y como no te veo me subo
no supo
sólo siento
contra mi voluntad
reptando por tus piernas
mi mirada
araña sin balcón
producto de mi congoja suicida
me miras, me detengo
aúllo
giro
solución de alcatraz ineludible
ahuyento la paz que quiero
pedimos fuego
a qué hora
no recuerdo
tampoco tú
si supiera
resbalo
por la curva de tu pecho y caigo
para dentro y para fuera
redondo
si te escucho no duermo y más me aviento
si ya muerto al llegar
si ayer
si roto
besado por error
vacilo
pido
manifiesto mi brusco desparpajo
mala idea
no colindo
me mutilo
nombre de un perro
por qué lo haces
nos malacostumbré
mordisco que empapela
tus ojos me sostienen
momento
no me sueltas
me miras
me detengo
no me sueltes
te escucho
si te escucho no duermo
espanto a la paz que quiero
léeme
vuelve a leer
salto al cielo
cada sentido me duele
con tanta intensidad
que a bebida ligera
me sabe probar la muerte
te siento
te escucho
duele
te miro
y aquí me quedo
y pienso
eso es lo peor
de fuego son las ideas
y duelen
la vida duele
entiendes
duelo
fina agonía
me enredo
nombre de un perro
no hombre
nombre de un perro
duele

© Oscar Franco

lunes, noviembre 12, 2012

Bitácora de viaje, enero 26 y 27, 2000





-Enero 26, 2000-
Hace 35 años y cuatro días que estoy en este extraño planeta. Estoy recopilando mis notas, registradas desde entonces.
-El Navegante-


-Enero 27, 2000-
Desde el tren anaranjado.
Todo en este planeta requiere de la sintonía adecuada. Todo depende de la actitud que uno asuma. El humano promedio carga con una tremenda cantidad de culpa. Se torna agresivo. Cuaja de violencia su mundo.
Si uno insiste en observar esa violencia, la vida se hace pesada, gris, intolerable. Nos inunda el miedo. Luego ese miedo trae desconfianza. La desconfianza se torna agresión. El humano es muy dado a caer víctima de su propia invención: una sociedad violenta, grosera, agresiva. Su religión, al menos la que predomina en el hemisferio occidental, promueve el complejo de culpa. Mas, como en lo referente a la economía y la política, el que dicta las reglas planetarias y pone el ritmo del baile se localiza sobre dicho hemisferio, el mal está ya extendido sobre el mundo entero. El pretexto se llama ahora “globalización”. Alguna vez se llamó “colonización”, “imperialismo”, “moda”, “comercio”.
Aparte, es interesante observar la conducta del humano dentro del tren anaranjado. La mayoría de ellos entra corriendo para ocupar un asiento a toda costa. Cualquiera que vea esto pensaría que su viaje durará más de cinco horas. Es como en el “juego de las sillas”, ése donde, cuando la música se detiene, todos se avientan sin más miramientos para no quedarse sin lugar. En el juego siempre sucede que algunos tienen la ansiedad de sentarse ya o que van girando una silla apartándola de antemano, contra lo que dictan las reglas del fair play. Del mismo modo, en el tren la gente la gente aún no aborda y ya está devorando los asientos con la mirada.
Hay un letrerito sobre cada puerta del tren. Dice, “Antes de entrar deje salir”. Es extraño que pongan un letrero como ése en un país donde el 97% de la sobrepoblación no sabe leer y así lo demuestra.
Se abren las puertas y la turba entra como una manada de borregos, ignorando a quienes desean bajar en esa estación. La cosa se complica, porque de los que están adentro, los que se encuentran junto a la puerta no son precisamente los que ya van a bajar. Además, los que abordan primero lo hacen lenta y tímidamente y enseguida se quedan estacionados también en la puerta, olvidando de golpe que había muchas personas más tratando de entrar también. De hecho, no sólo olvidan que no son los únicos, sino que al parecer su miedo a que no podrán descender nunca jamás activa un mecanismo de defensa que consiste en hincharse hasta aparentar tres veces su propio volumen. Y no sólo eso. Para culminar la locura, dando claras muestras de su muy reciente pasado entre las fuerzas básicas de los antropoides, casi todos se pescan de un tubo y a él se aferran sin necesidad, pues el tren todavía está detenido (menos mal que esta especie ya no tiene cola, como otros monos). En realidad no lo hacen porque sientan que se van a caer, como si el tren estuviera agitándose sobre el mar picado. Lo hacen para aparentar que aquí ya no cabe nadie más que ellos, que apenas si lograron encontrar el último reducto. ¡Como si no hubiéramos visto que bajaron más de diez personas! ¿Cómo es que sólo han entrado cuatro de repuesto y ya se llenó?
El tren anaranjado es todo un baile de torpezas y egoísmos.
-El Navegante-

© Oscar Franco

foto: Organización Editorial Mexicana

martes, junio 05, 2012

Reales andadores


Sorbo el té
estoy viendo tu cara
como cuando nos detenemos en un andador
o un monte sagrado
o una casa a oscuras
te miro
y te veo 
se detiene el mundo
¡vive esa cara tan nítida en mi mente!
mañana es jueves
me tomaré el día entero
para caminar por nuestros desiertos citadinos
donde miles deambulan y nadie nos nota
miraré tus fotos
en la escalinata de una gorda iglesia
palparé las sombras
andaré descalzo por los verdes muros
acarrearé el agua en dos viejas cubetas
la subiré al baño
lavaré mis manos con jabón morado
lavabo tapado
cantaré unas rolas de los años sesentas
donde nadie me escuche
si acaso las pulgas
subiré al tejado mientras tú te bañas
oiré una guitarra murmurar memorias
otra vez será jueves mañana
aun miro tu cara
y a veces
a muchas
muchas veces
la veo.

© Oscar Franco