Me he quedado un rato sobre estas huellas
resolviendo el koan de unas cadenas
contemplando el polvo de su óxido
desvanecerse en un soplo de luz.
Las formas parecen iguales
pero mucho han cambiado.
He estado sentado
sobre el torrente de este karma
y me he quedado hasta ver
cómo sale la última gota.
Donde habitaba la guerra
ahora respira la paz.
Es posible
Viejo Árbol de Corazón Verde
que te encuentre
en tus montañas emplumadas
al cabo de una luna más
cuando calce los tenis
del retiro solitario.
© Oscar Franco
foto: Inés de Tavira
¿Cuándo?
ResponderEliminar¡Y quién podría encontrarme más fácilmente! ¿Cuándo?
ResponderEliminar¡Y dónde!Qué caray...
ResponderEliminar¡Donde estemos ahora, ése es el momento, ése es el lugar!
ResponderEliminarSin duda.
¡Zaz!
ResponderEliminarHace rato que el aire murmura tu emplumado nombre.
ResponderEliminarDaíkishin dijo: Zentada, en uno de los zafus del Jardín de los Pilares donde me diste un bastón y tomaste otros tantos, fui un árbol deshaciéndose entre partículas de polvo la otra tarde. Adentro las montañas y los ríos, afuera los autos diciéndose cosas que no comprendí... ¡Zaz!
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