martes, noviembre 17, 2009

Aún sueño con oscuras callejuelas

Noviembre, 2000

Es un mundo complejo,
un mundo incierto.
Disperso,
en él navego buscando alguna luz.

Entre charcos de odio prosigo cada día
y pregunto a mi sombra:

"¿Has tenido algún sueño?"


Fui semilla de planes fabulosos,
los colores brillantes muchos vieron en mí.
Caminaron mis huellas buscando su futuro,
me creyeron más fuerte, más grande y más seguro.

Dejé la aventura,
el sobresalto,
la bella incertidumbre cotidiana.
De pronto, me abandoné una mañana,
dejé mi ayer tirado en el asfalto.

Cambié todo por una vida cómoda.
Una agenda trazaba el plan cada semana.
Sucedía sólo aquello que me daba la gana
y un día vi que yo ya no estaba más de moda.

Tanto rodar por este mundo diario
está domesticando mis sentidos.
No soy ya más aquel poeta maldito
con esa lúgubre alma atormentada.
La noche ya no me sabe a nada.
Es hora de dormir, que no otra cosa.

¿Y el amor? No me apura en absoluto.
Ya no soy un vampiro disoluto.
Ya no bebo, no fumo,
ya nunca me desvelo,
ya no arriesgo la vida en cada lance.

He encontrado una tarde ese balance
que vino a convertirme en un adulto.
No lo niego, es cierto que me gusto,
resulta que me siento satisfecho.
Ante la opción camino muy derecho
y no dejo de hacer mis ejercicios.

No escribo ya. ¿De qué demonios
puede escribir un hombre acomodado?
¿Decir que está feliz? ¿Que no le duele
sacar del bolso el último centavo?

Ya no suelo atascarme en un insomnio
ni preocuparme por una comida,
ya puedo concluir que es divertida
la situación que ayer me dio coraje.
Ya no navego por el marebaje,
ya no se encuentra mi alma confundida.

¿Y qué gané? Ya no he escrito otro verso
que pueda sacudirte las entrañas,
apenas unas líneas más bien huecas
con dos o tres ideas edulcoradas.
Ya se cansó mi espíritu rebelde.

¡Qué fea manera de ir envejeciendo!
Ayer quería cambiar al universo,
hoy pago para no hacer un esfuerzo.

Hoy huyo de la calle solitaria,
me encuentran disponible los amigos,
sonrío,
soy amable,
me disculpo si irrumpo o si resulto impertinente.
Trabajo y sólo lo hago por dinero
y dócil voy.
Convivo con la gente

¿A qué hora me apagué?
¿Qué fue del tipo que no compraba falsas ilusiones,
que cuestionaba el modo y las costumbres
de sus atolondrados semejantes?

Y mírame.
¡Caramba, qué bien duermo!
¡Qué rico como!
¡Cómo me las gasto!

La vida sigue siendo un gran misterio
pero en la depresión ya no me aplasto.
Al fin cedí y no me da vergüenza.
¡Será que a algún demonio vendí el alma!
Descanso en paz, ya no hay quien me convenza
de andar entre las sombras cual fantasma.

Ya no me reconozco, ya soy otro
que corre en la mañana a la oficina,
que nada en el verano en la piscina,
que soluciona todo con dinero.

Y si me miras con detenimiento verás
en el fondo de mi mirada vacía
y mi boba sonrisa
que aún sueño con oscuras callejuelas,
que extraño aquellas noches que,
sin rumbo,
anduve por los rincones que el mundo
no quiere recordar que también tiene.
Que no soy tan feliz como aparento,
que quisiera volver a ver la luna
hundiéndome en la selva de los ojos
de aquella damisela que, furtiva,
me encontraba perdido entre papeles
y ahogaba su amargura entre mis brazos
y un beso de limón y nicotina.

Ya no existe,
no sé dónde ha quedado
ni estoy en el camino en que la hallaba.
Ahora soy un bien domesticado señor
que gana el sueldo en la oficina,
que a veces mucho añora su pasado,
pero eso,
nadie lo imagina.


© Oscar Franco

2 comentarios:

  1. Y ahora, otra vez libre,¿quién te mina?
    ya no eres el señor domesticado,
    si bien tampoco un niño atolondrado,
    habrá alguna pasión que te fascina.

    Equis de Te

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  2. Me apasiona el camino del desapasionamiento
    y miento si te digo que, del todo liberado,
    ando feliz porque el caso quedó solucionado,
    cuando llueven apegos en mí a cada momento.

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