domingo, diciembre 19, 2010

Sobre la arena tirada


Floreció
sorprendente
entre la arena
qué nena
bella flor
linda sirena
a las orillas del mar
con el cabello revuelto
con ambos hombros desnudos
y el corazón en la tierra
como un suspiro profundo
y lento su respirar.

Completamente resuleto
sobre un peñasco cercano
me senté para mirarla
y para ver que en el cielo
la luna y el sol peleaban
por poder acariciar
su tibia espalda mojada
y no quise molestarla
así que guardé silencio.

Habría sido una insolencia
contra la naturaleza
proferir una palabra
que perturbara su sueño
y nos transformara en gente
así que guardé silencio
me confundí con la aurora
me convertí en una roca
y me deshice por dentro.

¿Por qué la besaba el viento?
¿Por qué la amaba la arena
y la acariciaba el agua?
¿Por qué escapaba su aliento
que quisiera yo
sediento
beber una primavera?
que quisiera yo morder
su piel
como si encontrara
sobre la arena tirada
manzana en vez de mujer
y
entonces
¿por qué demonios
contener este deseo?

Y camino cerca de ella
me siento junto a su oído
no sé de dónde ha salido
pero
¡qué diablos!
¡mujer!
te pregunto
sin hablar
como tú habrías procedido
si en este mismo lugar
hubieras llegado tú
y estuviera yo dormido.

¿Ignorarme?
¡No!

Lo dudo.

¡Qué cómoda circunstancia
ser hermosa
y no tener
que devanarse los sesos!

En cambio
yo estoy aquí
a tu lado
y en silencio
meditando en la razón
de que estés ahí tirada.

Es porque estés descansando
y no esperando a un iluso
que cree que te has extraviado
que te ha perdido tu dueño
y odio tener que largarme
sin que sepas que aquí estuve
sin consumar la conquista
por no perturbar tu sueño.

Ojalá que aún no despiertes
porque me cuesta marcharme
y es seguro que tus ojos
me encontrarán a tu lado
y no sabré qué decir
cuando empiecen las preguntas
pues estaré impresionado
si al amanecer
ahora
son tres los soles que ven
que me tienes embobado.

(c) Oscar Franco
Foto: airam.gonzalez

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