viernes, mayo 01, 2009

Escena en el Bar, con grapas y formatos especiales

(extracto de: En el País de las Palabras Salvajes)


La comunicación busca su camino. Es muy común, sin embargo, que en una bifurcación uno de los interlocutores se vaya por la izquierda y el otro por la derecha y, aún así, sigan platicando. Lo pienso porque veo ahora una anotación que hice de esa vez en que una señora me dijo: “Quiero una caja de grapas para engrapadora”.

Es chistoso, pero te piden grapas para una engrapadora que ni llevan ni te dicen de qué tamaño de grapas usa. Lo mismo ocurre con los forros para los libros. Te dicen, “quiero un forro para libro”. Punto. Si acaso te dicen, “para libro de secundaria. Éste le quedará?” Y cárgueme a mí con la responsabilidad, ¿no? Ni traen el libro ni la medida. ¡Cómo si todos los libros fueran del mismo tamaño! Puedo creer que si no fuera porque siempre traen puestos los pies, igual llegarían a la zapatería a pedir unos zapatos para unos pies que no saben cuanto miden.

En todo caso, alguien dijo que quería “un forro provisional”, pero no se refería a que se lo pondría a su libro por mientras, sino que quería uno de tamaño profesional.

Pero, bueno, les contaba lo de la señora que dijo: “Quiero una caja de grapas para engrapadora” (sí, así dijo). Por no discutir lo que intuía que no llegaría a ningún lado, voltee para tomar una caja de grapas estándar, que al final de cuentas es la más común. Mientras estaba volteado (o sea, en el momento más adecuado para proseguir con la conversación), ella preguntó:

-¿Cuánto cuesta?

-Bueno, pues, la caja chica...

-¿La de la caja chica sirve para la engrapadora chica?

Por supuesto, hay grapas de tamaño estándar que vienen en cajas chicas, de mil grapas, por ejemplo o caja grande, de 5 mil. ¿Pero se dan cuenta cómo, además, existía el dato de que era una engrapadora chica y no lo soltó hasta que la delató su pregunta? ¿Pues de qué se trata? Parece que van a divertirse poniendo en aprietos al vendedor.

Otra señora traía anotado el encargo: “Grapas Tanda”. ¡Curiosa marca! ¡Claro! Estándar también para la señora.

Y una niña que estaba estudiando contaduría y administración traía en su lista de formatos por conseguir: “un contrato de sub-barriendo”.

Pero nada como la que pidió “un contrato de arrepentimiento”. Fue tan bonita su idea que darle uno de arrendamiento parecía poca cosa.

© Oscar Franco

3 comentarios:

  1. Dios!! porque no tienes comentarios aquí!!
    Me encantó el tema de las grapas!!!!

    Yo también quiero un contrato de arrepentimiento señor!!!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar
  2. jajaja

    yo soy muy fan de tus aventuras y vueltas de tuerca en el BAR.

    ¿Me da una vuelta de puerca, por favor?

    ResponderEliminar